El reino de Dios

                                               I                    

¿A qué se deben los desórdenes actuales? ¿A qué se debe ese vacío y ese descontento? A pesar de todo lo que poseen, los humanos están insatisfechos, se sienten miserables. ¿Por qué?… Porque se comportan como si sólo fuesen materia, como si fuesen sólo un vientre y un sexo. Únicamente buscan satisfacer a ambos. Se diría que nunca han sabido que también existe en ellos un alma, un espíritu, una chispa divina, algo de otra naturaleza, de otra dimensión, de otra intensidad, de otra vibración, en la que deben sondear a fin de averiguar de qué tiene necesidad, y cuáles son sus deseos. El alma del hombre tiene unas necesidades distintas a las del cuerpo físico, pero aquél quiere darle una alimentación que no puede asimilar, y nunca le da lo que el alma pide. Esta pide el espacio infinito, la luz des1umbradora, pide la armonía, la música celestial, pero el hombre le da un alimento  material, y por ello el alma sueña, suspira, se ahoga, muere.

Cuando el hombre empiece a conocerse, cuando comprenda que no sólo está hecho de un cuerpo físico, sino también de varios cuerpos sutiles, los cuales necesitan independientemente una alimentación apropiada y que deben estar entre sí en armonía, ese cambio de filosofía producirá una mejora en todos los terrenos: social, económico, político, y entonces el Reino de Dios podrá venir a instaurarse en la tierra. Mientras el hombre no se conozca, el Reino de Dios no puede venir porque lo busca allá donde no está.

 Reino de Dios no es una realización material, sino espiritual, es un estado de conciencia, por lo cual es esencial que los humanos cambien su estado de conciencia por un saber adecuado. Naturalmente, es imposible que ese cambio se produzca rápidamente en la conciencia de todos; para algunos ese cambio no podrá producirse hasta dentro de millares de años. Pero es suficiente que una minoría de seres muy evolucionados comprendan y acepten estas ideas de la Fraternidad Blanca Universal, del Reino de Dios en la tierra, de la Edad de Oro. Ellos serán quienes gobernarán y los demás se verán obligados a seguirles como la cola sigue a la cabeza. Se les dará la posibilidad de integrarse en esa minoría que formará el Reino de Dios, y cuando vean la nueva vida que se les propone, con una nueva organización social realmente magnífica para todas las criaturas, nadie protestará.

Omraam Mikhaël Aïvanhov

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