El Espíritu es el fundamento eterno e inmortal de esta vida preexistente.
Contiene en él todas las formas primordiales en las que la vida se manifiesta.
Y por «formas primarias» nos referimos a formas que provienen directamente del Espíritu.
Cada forma del Espíritu es una página escrita del Gran Libro de la Vida.
El Espíritu en su esencia es uno; sus manifestaciones están en números infinitos. La unidad y la pluralidad son atributos de Dios.
Como manifestación, el Espíritu es pluralidad, de uno a otro de sus polos.
Y por eso digo: el Espíritu es uno, los espíritus están en grandes cantidades.
Los espíritus son respiraciones nacidas del Aliento único. En la pluralidad del Espíritu manifiesta su inagotable diversidad.
Y la grandeza del Espíritu divino se encuentra en esta diversidad. El Espíritu contiene en Él todos los innumerables tesoros de los mundos visibles y nos revela que es Dios el que está en Todo.
Dios se acerca a nosotros enviándonos Su Espíritu, como el sol envía Su luz.
El Espíritu divino se levanta todos los días, y cada día nos da sus bienes, voluntariamente, sin que lo pidamos y sin pedirnos nada a cambio. Todo lo que poseemos, es a El que se lo debemos. Los hombres siempre han sido más o menos conscientes de este hecho. Han determinado de diferentes maneras esta fuerza llena de razón que proviene de Dios y se manifiesta en el mundo, y le han dado los nombres más diversos: substancia primordial, leyes de atracción y afinidad, etc.
Pero las leyes son creadas por el Espíritu. Las leyes vivas están precisamente relacionadas con esta energía sublime en el mundo, que, saliendo de su estado primordial, entra en el camino de la evolución, en el proceso de diferenciación para contentarse en su infinita variedad.
Este camino de desarrollo no es precisamente nada más que el movimiento del Espíritu en la sabia aplicación de las leyes de la Naturaleza.
Este camino uno.
Por eso os digo: el camino donde no hay sendero es el camino del Espíritu. Siga este camino.
El Espíritu es la realidad augusta. Desde el punto de vista del mundo físico, es invisible; pero desde el punto de vista del mundo divino, es tan objetivo como el cuerpo en el mundo físico y que el alma en el mundo espiritual.
Beinsa Douno.