Me diréis que nunca habéis visto a un Iniciado de oro… Su oro está dentro, es su luz, aunque no la veáis. «Y, ¿qué puede hacer con el oro? ¡Dios mío, qué ignorantes sois! En lo alto hay «almacenes», en los que puede comprar sabiduría, alegría, paz con este oro, y al hacerla se siente tan rico que se dedica a distribuir enseguida esas riquezas entre los demás. Mientras que los ricos, incluidos sus lingotes de oro, se pudren, enmohecen, se sienten aplastados, infelices, solitarios. Por lo tanto, ese oro no es suficiente para darles la felicidad.
¿Me comprendéis o no ?.. Hay realidades desconocidas que hay que conocer, y no sólo conocer sino también vivir, de manera que se puedan conseguir los verdaderos tesoros. Es toda una disciplina. Diréis que todo eso son pamplinas; sí, ¡pero son pamplinas que se realizan!
Y, ¿queréis saber cómo dispone del oro un Iniciado? Un ejemplo: cuando alguien está enfermo, se debe a que ha cometido errores por los que tiene que pagar. Pero yo digo a las entidades celestiales: «Quiero a esta persona, porque ha hecho cosas positivas para la Fraternidad; ¿cuánto hay que pagar?» Y yo pago; inmediatamente la persona se cura. Pues sí, eso es real, se puede pagar con ese oro por alguien y se cura.
Por lo tanto, mis queridos hermanos y hermanas, está bien buscar la riqueza, pero con la condición de buscarla allá donde se encuentra realmente, en su quintaesencia, y no donde está cristalizada, pesada y prácticamente inoperante, porque entonces no puede daros lo esencial. Si tenéis que transportar vuestras arcas a través del desierto, acabaréis por decir: «Ah, Señor Dios, si alguien me pudiera traer un vaso de agua, le daría todas mis riquezas.» Pero nadie viene, y os morís de sed con vuestro oro. Mientras que si tenéis el otro oro, bebéis, os sentís aliviado y no morís.
Omraam Mikhaël Aívanhov.