Os voy a proponer un pequeño juego, implica cambiarle de nombre a este agente que nos está manteniendo todos estos días en casa.
Como hacen en la artes marciales, en vez de luchar contra él, os propongo utilizar su fuerza para fortalecernos y sacar todo lo positivo que nos trae. El primer paso es cambiarle el nombre, en vez de coronavirus o covi19, llamarle CORONAVIDA. Esto hace que sea una vida con corona, y eso nos hace crecer. Y como en la foto de la portada, nos conecta con la belleza.
Y si te das cuenta ya nos está dando más vida. En primer lugar la naturaleza está descansando y recuperándose, los niveles de contaminación bajan, los animales pasean a sus anchas. Esto ya es muy positivo.
En segundo lugar nos está permitiendo comprobar que somos capaces de mucho más de lo que pensábamos. Primero, nos estamos cuidando, cada uno y entre todos, ya sólo con quedarnos en casa, y de muchas más formas. Segundo, me quito el sombrero con los sanitarios, su entrega, generosidad, todo lo que digamos es poco, que gran ejemplo nos están dando. Quiero destacar también, entre otros, a los profesores y muchos profesionales que se han puesto las pilas informáticas para dar sus clases «online». Y no digamos de la generosidad, cuánta y cuánta gente está ofreciendo cosas gratis, desde clases, películas, libros, ofertas culturales, y muchos de ellos a pesar de las pérdidas económicas que les está resultado esta situación.
Así que la propuesta es ponerte la corona. ¿Y a quién coronan? ¿Quién se merece una corona? En las olimpiadas los ganadores eran los que se llevaban las coronas de laurel. ¿Qué sería para tí ganarte la corona?
Y en vez de hablar os voy a contar un cuento que me ha mandado una amiga por wasap, así que quizá también os haya llegado. A mí me ha parecido muy motivador y especialmente adecuado.
Del Libro Rojo, de Carl G. Jung:
«Capitán, el chico está preocupado y muy agitado debido a la cuarentena que nos han impuesto en el puerto”
“Que te inquieta chico? ¿No tienes bastante comida? ¿No duermes bastante?”
“No es eso, capitán, no soporto no poder bajar a tierra y no poder abrazar a mi familia”.
“¿Y si te dejaran bajar y estuvieras contagioso, soportarías la culpa de infectar a alguien que no puede aguantar la enfermedad?”
“No me lo perdonaría nunca, aunque para mí esta peste es un invento»
“Puede ser. ¿Pero si no fuese así?”
“Entiendo lo que usted quiere decir, pero me siento privado de la libertad capitán, me han privado de algo”
“Y tu, prívate todavía de algo más»
“¿Me está tomando el pelo?”
“En absoluto. Si te privas de algo sin responder de manera adecuada, estás derrotado»
“Entonces, según usted si me quitan algo, ¿para vencer debo quitarme alguna cosa más por mí mismo?”
“Así es. Lo hice en la cuarentena hace 7 años.”
“Y qué es lo que os quitaste?”
“Tenía que esperar más de 20 días sobre el barco. Hacía meses que esperaba llegar al puerto y gozar de la primavera en tierra.
Hubo una epidemia. En Port April nos vetaron de bajar. Los primeros días fueron duros. Me sentía como vosotros. Luego empecé a contestar a aquellas imposiciones utilizando otra lógica. Sabía que tras 21 días de un comportamiento se crea una costumbre y, en vez de lamentarme y crear costumbres desastrosas, empecé a portarme de manera diferente a todos los demás. Empecé a reflexionar sobre cuántos tienen muchas privaciones cada día de su miserable vida y luego, tratando de entrar en la óptica justa, decidí vencer. Empecé con el alimento. Me impuse comer la mitad de cuanto comía habitualmente. Luego empecé a seleccionar los alimentos más digeribles, para que no se sobrecargase mi cuerpo. Pasé a nutrirme de alimentos que, por tradición, habían mantenido al hombre en salud.
El paso siguiente fue sumar a esto una depuración de pensamientos malsanos y tener cada vez más pensamientos elevados y nobles. Me impuse leer al menos una página cada día de un tema que no conocía. Me impuse hacer ejercicios sobre el puente del barco. Un viejo hindú me había dicho, años antes, que el cuerpo se potenciaba reteniendo el aliento. Me impuse hacer profundas respiraciones completas cada mañana. Creo que mis pulmones nunca habían llegado a tal capacidad y fuerza. La tarde era la hora de las oraciones, la hora de dar las gracias a una entidad superior por no haberme dado el destino privaciones serias durante toda mi vida.
El hindú me había aconsejado también de tomar la costumbre de imaginar la luz entrar en mí y hacerme más fuerte. Podía funcionar también para la gente querida que estaba lejos, y así esta práctica también la integré en mi rutina diaria sobre el barco.
En vez de pensar en todo lo que no estaba pudiendo hacer, pensaba en lo que habría de hacer una vez bajado a tierra. Visualizaba las escenas cada día, las vivía intensamente y gozaba de la espera. Todo lo que podemos obtener en seguida, deja de ser interesante. La espera sirve para sublimar el deseo y hacerlo más poderoso. Me había privado de alimentos suculentos, de botellas de ron, de imprecaciones y tacos. Me había privado de jugar a las cartas, de dormir mucho, de ociar, de pensar sólo en lo que me habían quitado.
“¿Cómo acabó capitán?”
“Adquirí todas aquellas costumbres nuevas. Me dejaron bajar después de mucho más tiempo del previsto.
“Os privaron de la primavera entonces?”
“Sí, aquel año me privaron de la primavera y de muchas cosas más, pero el que había florecido era yo. Me había llevado la primavera dentro, y nunca nadie más habría podido volver a quitármela.»
Así que, ¿qué te puede aportar este coronavida? ¿Qué nuevas costumbres puedes adquirir? ¿Qué puedes eliminar que ya no necesites y sea una carga en tu vida? ¿qué puedes hacer para colocarte esa corona y ser más consciente en tu vida?
Para mi hay algo muy importante que es mantener mi estado de ánimo lo más elevado posible, desde el corazón, y contagiarlo para que la esperanza, la alegría, la creatividad sea nuestro apoyo y sostén. Y no solo para este momento de cuarentena, sino para cómo vamos a vivir cuando podamos salir de nuestras casas y estemos otra vez en el mundo.
Entre todos podemos, y no solo superar esta cuarentena, sino entre todos podemos todo. Y podemos hacer realidad ese mundo la humanidad se la que lleva la corona, con todo lo que esto significa.
Muchísimas Gracias Lupe. Parece sencillo el cambiar las costumbres, pero tiene su dificultad.
No imposible poniendo cada uno de su parte y como muchas veces, no gusta el trabajo que hay que tomar, pero el beneficio que se tiene al realizarlo, es gratificante.
Cuando pase todo esto, tendrá significado si cada uno vamos realizando el trabajo Personal.
Totalmente de acuerdo Iñigo. Gracias
Namaste
Si que bonito CoronaVida es genial tu corona conexión Padre madre y yo su Hija en estos dias semanas estoy pasando por todos momentos y estados de balancear mi vida y elevarla llenarme de fuerza de luz por que el desafio es grande.
Hace ·3 años que mi Querida Madre Natividad le llego su hora la liberación de esta tierra LA CORONA QUE GANO. del cuerpo y de esa Bacteria Virus que se instalo en sus Pulmones lucho y sufrimos mucho los sintomas son horrorosos desde la luz y consciencia EN SU MEMORIA vivo la vida llena de esperanza hacia un nuevo mundo con mi sobrina su hijita y el niño que va nacer en unos dias ,La Corona de luz nos acompañen mi Madre NATIVIDAD NOS AYUDE DESDE LO MÁS SUBLIME LO MAS GRANDE TU GRAN HIJA NUNCA TE OLVIDARE TU CORONA LUZ.
Que la corona de luz nos acompañen. Estoy convencida que nuestros seres queridos que han pasado al otro lado nos están ayudando y acompañando en nuestra vida y más especialmente en estos momentos
muchas gracias es maravilloso lo puedo compartir me encanta el nombre coronavida
Carmen, me alegro mucho de que te haya gustado la idea, y encantada de que lo compartas. Muchas gracias
Precioso Lupe, gracias por trasformar la, energía, de esta pandemia… Da, gusto leerte..
Gracias