El discípulo se debe templar ante el sufrimiento, para obtener carácter. Cuando sufres, piensa en los sufrimientos de Cristo y ellos podrán templarte. Así, cuan-do el discípulo sufre, en lo profundo de sí mismo recobrará la alegría, porque ama y sabe que hay Uno que lo ama. Nadie podría soportar los sufrimientos, si no tuviera amor.
Mientras encontremos a Dios en nosotros mismos, nuestra vida tendrá plenitud, sentido y alegría. Fuera de Dios, sólo encontraremos decepciones y sufrimientos.
Sin embargo, no tienes que permanecer indefenso ante el sufrimiento. Cuando llegue, recíbelo serena y silenciosamente. Así se te aclarará la situación que enfrentas y extraerás utilidad de ella. Mientras, trata activamente de vencer el sufrimiento. Hasta tanto dure, tú no tienes que perder tu equilibrio y tu paz. Debes tener una relación inteligente con él; así, comprenderás su sentido interior y su importancia. A partir del sufrimiento lograrás armonía en ti.
Una vez que el discípulo comprenda correctamente las causas del sufrimiento, conocerá una verdad.
El sufrimiento es útil para el discípulo porque él aprende sus mejores lecciones. En el sufrimiento aprende a elevarse, a la vez que amplía su conciencia.
Por esto mismo, no hay que preguntarle a un discípulo cuánto ha sufrido, sino cuánto ha aprendido.
Aún así, el discípulo no debe desear en su vida más sufrimientos o más alegrías fuera de lo necesario, porque esto sería inútil para su aprendizaje.
El discípulo debe ser más fuerte que su desgracia y debe saber que ella viene y se va. ¡Debe resistir! ¡Eso es heroísmo! ¡Sé intrépido y sigue adelante!
Peter Deunov.