El amor y su medida.

El viejo dice que cuando amó fue un tonto. El joven dice que sin amor no puede vivir. Ambos están en un error. El viejo y el joven deben amar para alimentar su corazón. Toda la vida participa del amor. Amando te vinculas con la totalidad de la vida. Entonces, si eres viejo o joven debes amar para participar del trabajo de la gran vida. ¿Qué significa esto? Significa cumplir la voluntad divina. ¡Ama para cumplir la voluntad de Dios! ¡Deja que te amen para cumplir la voluntad de Dios! Si alguien te ama, agradécele por este amor y dile que está en el recto camino. No debes indicarle cómo debe amar. Cada uno ama como puede. Si le enseñas cómo debe amar, tú cierras la llave del amor. Mas, no debes interrumpir su fluir. El amor es como un manantial que mana de continuo. Si tratas de detener su corriente, puede arrastrarte muy lejos.

Alguien dice que ama pero duda del amor. Esto es un error. Quien duda, corre el peligro de perder el amor. Otro dice que no ama, pero se lamenta por ello. Este se encuentra en el correcto camino, pues tiene condiciones para hallar el amor.

Hoy los hombres esperan que alguien llegue de afuera para enseñarles cómo amar a Dios y a su prójimo. Esto es imposible. Cuando el amor visita al hombre, ya le enseñará como debe amar y cómo debe actuar con su prójimo. El amor es el mejor maestro. El amor contiene fuerza mágica. Si alguien no está conforme consigo mismo, si dice que es torpe, incapaz, inconstante y descortés con la gente, podrá cambiar cuando el amor lo visite. Una vez conectado con el amor será delicado, capaz, bien dispuesto, y sabrá cómo relacionarse con la gente. Y no sólo se relacionará bien con la gente sino con las flores, las hierbas y los animales. ¿Por qué es así? Porque este hombre entonces sabrá que el amor también se ocupa, de ellos. Las hierbas y las flores que aquí vemos, también gozan del cuidado y la protección de seres amorosos e inteligentes. Por esto mismo, cuando tú pisas una hierba o una flor, es como si pisaras sobre la espalda de estos seres.

Es inapropiado pensar que se puede actuar de cualquier manera, aun con la más pequeña hierba. Es preciso ser muy cuidadoso con las creaciones divinas. Los mismos dones que Dios ha dispuesto para el hombre, son otorgados a las hierbas y las flores, los insectos, los peces, las aves y demás seres del reino animal.

Beinsa douno.

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