Se habla de libertad y se habla de amor, pero todo se destruye frente a las grandes pruebas de la vida. Con ésta, tu libertad, y con éste, tu amor, no es posible alcanzar la inmortalidad. Sólo puede decir que es libre quien ha roto las cadenas de la muerte.
La expresión de la luz es la conversión de la energía – inferior en energía superior dinámica y creadora. Cuanto más luz se reciba en la mente, tanto más pura y brillante es la vida del ser, tanto más puras y elevadas son las obras que pueden realizarse.
Para entrar al mundo espiritual es preciso crecer en espíritu y sabiduría. Este mundo será comprendido por el hombre cuando logre profundizar en sí mismo. Profundizar en sí mismo significa salir del mundo físico y entrar al mundo espiritual, porque ese «sí mismo» es el divino Principio que reside en cada hombre. Entonces, crece y fortalécete en espíritu y sabiduría. Por «espíritu» comprendemos la vida divina que elabora y organiza los materiales para la construcción de la mente humana, permitiendo alcanzar la divina sabiduría que favorece las mejores condiciones para el divino bienestar.
El mundo espiritual se fundamenta en la plena armonía y en la ley. Allí no existen desacuerdos ni contradicciones. Por lo tanto, si quieres salir de la enmarañada vida de los contradichos, penetra en el mundo espiritual. Sólo allí conocerás el amor y gozarás plenamente de la vida.
El mundo físico es una escuela experimental. Quien logre pasar conscientemente por ella, podrá entrar libremente al mundo espiritual y salir de él cuando es necesario. ¿Dónde está el mundo espiritual? Aquí mismo, a nuestro alrededor. El mundo físico y el mundo espiritual ocupan el mismo espacio, están estrechamente unidos entre sí. El discípulo aspira penetrar al mundo espiritual pero ha de saber que se requieren para ello ciertas condiciones y la adquisición de sentidos especiales. Mas la condición esencial es el crecimiento de la conciencia. Quien posee una conciencia superior puede ser ciudadano de ambos mundos, es apto para trabajar en lo físico y lo espiritual.
Peter Deunov.