Amor de Madre.

Si una madre tiene un amor fuerte e inquebrantable hacia sus hijos, la muerte no puede arrebatárselos. Nada puede separar a dos seres a los que el amor ha unido: ni la muerte ni ningún poder sobre la tierra. El amor forma los lazos más duraderos de la vida. Y cuando dos almas están ligadas en una unión tan duradera por el poder del amor, forman una sola alma, doblemente poderosa y brillante, con dos conciencias. Estas dos almas, cuando se encuentran con otras dos almas unidas de esta misma manera, entran en contacto con ellas y forman un alma aún más poderosa. Las cuatro almas se unen entonces con otras cuatro y forman un alma colectiva aún más poderosa. Así continúa este proceso divino de amor, que es el único capaz de formar uniones duraderas e inseparables entre las almas.

De esta manera, todas las almas se unen en el Amor divino en un todo tan poderoso, tan duradero que ningún poder en el mundo puede cortar sus lazos inseparables.

Cada alma de ese Todo vive dentro de las otras almas y ellas viven en él. Así se realiza la unidad en la pluralidad y la pluralidad en la unidad.

La salvación del hombre depende enteramente del Amor. Y cuando el Amor se manifiesta en el hombre, aunque éste haya caído, puede al instante elevarse por encima de las circunstancias.

La felicidad del hombre también depende del amor. En la felicidad el hombre siente una ampliación y una plenitud, debidas al Amor que ha llegado a él. Entonces el hombre oye las voces de todos los seres vivos y siente el pulso de la vida universal.

El Amor es la manifestación colectiva de todos los seres inteligentes que han terminado su evolución y se han hecho uno con Dios. El amor de uno de estos seres es el amor colectivo de todos.

Y si el amor de un ser no es la manifestación colectiva de todos los seres inteligentes, no es amor en absoluto.

Por lo tanto, el amor supremo, ideal, se manifiesta en el amor hacia todas las personas sin que éstas sospechen su origen. Amar a los hombres incluso cuando te odian y te desean el mal, servirles continuamente, sin que ellos lo sepan – eso es el amor ideal, eso es servir a Dios. Éste es uno de los rasgos fundamentales del Amor divino: nos llega independientemente de que seamos pecadores o no.

Beinsa Douno.

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