A los que empiezan el Camino

Todo discípulo, -no importa cuál sea su conocimiento ni su lugar de origen- cuando comienza el camino, inevitablemente, tropieza con cierta lucha interna. Ésta es una resistencia totalmente natural.

El tren, cuando arranca, encuentra resistencia; y cuanto más rápido avanza, mayor es la resistencia que debe superar. Ésta es una ley. La resistencia demuestra que se ha comenzado un movimiento, un avance. Si no hubiera resistencia, eso significaría que el tren ha permanecido inmóvil en un punto. De manera análoga, todas las dificultades que aparecen en la vida del discípulo en tal etapa, demuestran que ha comenzado a moverse, ha emprendido un camino.

Tales resistencias son de diferente carácter. Primeramente, en su mente puede aparecer la duda. Se preguntará si en verdad está en el camino recto o si habrá otro camino mejor. Después de haberse decidido por su camino, nacerá otro pensamiento. Se preguntará si el camino elegido será el más corto o no. Y así, tales resistencias comprenderán una hilera de tentaciones que pueden adormecerlo en el camino. Esto es lo peor que puede ocurrirle. No se le permite al discípulo adormecerse en el camino. Su conciencia debe permanecer siempre despierta.

¿Cuál es el significado de dormirse en el camino? Esto significa que la mente retrocede. Entonces vienen los recuerdos del pasado, tales como los dones que se obtuvieron, la forma en que se ha vivido, y todo esto inducirá a seguir durmiendo. Tú me dirás: «¿Qué hay de malo en esto?». No hay nada de malo, pero de ese pasado no aprenderás ninguna cosa útil. Imagina que después de haber terminado tus estudios universitarios, quisieras volver a tu niñez para estudiar tu libro de primer grado.          

¿Qué aprenderías hoy de él? ¡Deja tu libro de la infancia para quien lo necesite y alégrate de no necesitarlo ya!

El Camino del Alba. Peter Deunov.

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