Tengamos una gran confianza en que esta experiencia no es ajena a la que tenemos que vivir como personas y como civilización.
Lo que nos espanta a los humanos son los pequeños relatos, si son alegres nos entusiasmamos, y si son angustiosas nos desesperamos, pero todo lo que vivimos forma parte de un grandísimo relato.
Tenemos miedo a la muerte. Hay gente que lo ve como enemiga. Es difícil decirlo en esta situación, pero es una maestra, la muerte es una gran maestra.
Ahora, ¿Qué podemos hacer? Bueno, las circunstancias son diversas, muy diferentes: no es lo mismo estar solo que en gran familia, en casas pequeñas o grandes, pero me parece importante encontrar un momento significativo al día para parar y salir de la inmediatez. Tenemos demasiada información, constantemente cambiante… Por tanto, no demos demasiada importancia a la información exterior, a los WhatsApp, a las noticias…
Y hay otra inmediatez, nuestros sentimientos de miedo, de ansiedad, es más difícil silenciarlos porque están en nuestro interior. Tomemos media hora al día, con música amable, para crear un espacio sagrado, en una habitación, por ejemplo. Sería hacer un espacio en la cueva del corazón, un santuario, un espacio de intimidad, más allá de nuestros primeros miedos, atravesando una zona turbulenta, llegamos al lugar primero de la vida, más allá de la inquietud.
¿Cómo podemos tener acceso a nuestro interior… al santuario interior? Para hacerlo, si hay una alarma que se enciende en nuestro interior, se trata de acoger esa inquietud, identificarla, mirarla, pero no dejarnos llevar por ella. Si no la acogemos, la estamos reprimiendo, y nos desplazará a otra forma de malestar. Por eso, tenemos que acogerla, mirarla serenamente. Pero adoptando una mirada más profunda y ver la travesía que estamos haciendo, una travesía para la cual, aunque parezca que no, estamos preparados. Si nos llega esta situación, es porque estamos preparados. Si no, no nos llegaría. Nos llega lo que podemos asumir para nuestra transformación.
Por tanto, no escaparnos, sino escuchar, escuchar la información necesaria. Pero los datos del exterior no nos darán la comprensión sabia que está conectada al fondo de la vida que proviene de otro lugar. Por tanto, una escucha que no se deje arrastrar por ni la información externa ni por los ruidos del interior, y a la vez un silencio interior que, recogiendo la situación, la convierta en confianza, confianza en que hacemos un camino del que sabemos el punto de partida, pero no el de llegada. Pero veamos el lado positivo. Se están haciendo cosas positivas… Por cierto, no estoy de acuerdo con que esto sea una guerra. El virus no es un ser humano, esto no es una guerra. Toda la infraestructura del país está funcionando (tenemos agua, luz, comida…) y estamos saliendo ya del invierno. Por tanto, a pesar de todo, nuestra situación es privilegiada. Incluso los que están contagiados, en una situación de guerra sería mucho más duro. Somos privilegiados. La situación es dura, pero no es lo peor que podía pasarnos. Eso nos da una tensión que nos permite realizar una escucha serena de las inquietudes.
Creo que este virus nos está dando principalmente dos lecciones, una negativa y otra positiva.
La negativa es que… Su comportamiento es parasitario porque entra camufladamente en nuestras células. Cuando entra coge toda su energía y la vacía. Por tanto, es una presencia invasora. Como en nuestra vida, a veces nuestras relaciones son también invasivas y parasitarias. ¿No es eso una fotografía brutal de nuestras relaciones interpersonales, internacionales, de nuestra relación con la Tierra? ¿No será que la Madre Tierra nos está diciendo?: “Mirad qué me estáis haciendo a mí, y qué os estáis haciendo mutuamente”. ¿No nos estará enviando una señal dura? Una cosa invisible ha colapsado nuestro sistema y nos da miedo salir. Y nos ha parado, y este parón es una oportunidad de aprendizaje. Por eso el confinamiento no será corto. Hace falta tiempo para aprender.
La lección positiva es que vemos que la naturaleza se está desplegando. La contaminación está bajando. Y eso es bueno. El problema es que nos separamos de la naturaleza. Cuando la destrozamos, nos destrozamos. Eso nos dice el virus: cuando entra en nosotros es ya parte de nosotros, no es otra cosa diferente. Lo mismo está pasando con la visión separada respecto a la Naturaleza. Lo que nos hacéis a nosotros os hacéis a vosotros, porque somos lo mismo, somos uno. Somos naturaleza.
A los que están sufriendo mucho, por muerte, enfermedad de sus cercanos, etc. Les diría que estamos más unidos de lo que pensamos. Nuestra proximidad no es solo física, el gran analfabetismo de nuestra cultura es pensar que solo existe lo que vemos, lo que palpamos o lo que sentimos de primera mano. A través de las tecnologías y los medios de comunicación hemos creado una instancia intermedia que nos permite comunicarnos a distancia. Sería el mundo de la técnica y de la energía tecnológica. Pero hay otro nivel que es el de la espiritualidad, en el cual estamos unidos, aunque no nos veamos. Cuando las personas afectadas se sienten solas, si creen profundamente que no están solas, si hace ese silenciamiento interior donde se entra en comunión, si transformamos la angustia y la frustración y el miedo en un silenciamiento interior y comunión a distancia por medio del espíritu, sea en las salas de confinamiento o incluso en el momento de la muerte, los que están ya partiendo, hay muchas maneras de estar juntos los unos con los otros. Es un analfabetismo cultural pensar que la única manera de estar juntos es físicamente.
Creo que hay dos grandes signos de esperanza desde que ha comenzado la pandemia.
1) Hemos descubierto el valor primordial de la vida. Y hemos sido capaces de parar el resto para preservar este valor fundamental. Por tanto, nuestra escala de valores no está tan despistada, porque hemos sabido parar otras cosas: el fútbol, la fórmula 1… con los intereses económicos que hay detrás, en otra situación sería imposible. Por tanto, gracias a Dios, la prioridad de la vida está mucho más presente de lo que pensábamos. Hasta Trump y Boris Johnson han tenido que reconocer que la vida está por delante de otros intereses. Hasta los grandes han tenido que humillarse en el buen sentido de la palabra, tocar tierra, hacerse humildes.
2) Los preciosos signos de solidaridad. Sanitarios, y otras formas de ayuda, alimentación, electricidad, transporte, información… Valoramos el ser humano y nos acordamos de gente que hacía tiempo que no nos acordábamos, como ocurre en navidades.
Para acabar, como conclusión, me gustaría subrayar dos puntos:
Primero: repetir la importancia de preservar un espacio significativo en torno a la media hora diaria para este espacio del alma, para alimentar el alma. Porque el cuerpo ya se encarga de buscar alimento, por medio del apetito. El alma es más discreta, más humilde, tímida… Por tanto, el espacio y tiempo diario para escucharte, para escucharnos a través del alma.
Segunda: poder hacerlo incluso en familia. No es una cuestión solo personal. Con la pareja, con los pequeños, con los abuelos… ¿No podemos (en torno a la mesa…) hacer este silencio juntos, compartir, acoger la palabra del otro, expresar qué estoy sintiendo, venerarla, silenciarnos después de expresar esa palabra, y recogernos juntos hacia una presencia más grande que los que estamos conviviendo en este espacio? No solo personalmente, sino en pequeña comunidad en nombre de toda la humanidad. Allá donde haya un ser humano, allí estamos todos, en nombre de los que están solos en sus habitaciones, en las UCIs…, en el nombre de médicos y enfermeras, sentir que estamos preservando ese espacio para ellos, que cuando vuelvan a casa puedan sentir esta solidaridad, no solo a través de los actos físicos, sino también de los actos espirituales.
Gracias.
Transcripción y traducción: Joseba Ossa.
Estoy muy de acuerdo con esta comunicacion. El esta y estara diempre con nosotros. Dos Amor hznos uno rn ti.
Me ha gustanto mucho, me siento identificada con lo que dice, parece que hablara lo que yo vivo, siento…
Muchísimas gracias, a Melloni y a los que habeis hecho posible emitir este mensaje.
Un infinito abrazo en la Luz.
Con amor y cariño,
Inés
Moltes gràcies Xavier per aquestes sàvies paraules. Amen
Muchas gracias ,siempre transmitiendo paz ,serenidad consciencia…en este tiempo tan necesitado de una visión espiritual que vaya más allá del debate político interesado
Moltes Gracies!!
Al llarg de molts anys has seguit transpatentant-me Jesús.