Siempre en Dios.

El discípulo no puede tener éxito en su trabajo, si no cuenta con la colaboración de lo divino. La vida en la Tierra se torna difícil sin esa protección. Por eso es preciso sostenerse siempre en Dios.

Frente a las dificultades en el mundo debes decir:

«Con Dios, que vive en mí, todo lo puedo,»

Pero ten en cuenta que la ayuda no viene de lo exterior sino de adentro. Lo primero que el discípulo debe buscar es lo divino en sí mismo. Así se capacitará para ver lo divino en todo.

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Si Dios vive en ti, eso significa que toda la humanidad, todos los seres vivientes del Cielo y de la Tierra viven en ti. Si esto no es comprendido de esta manera, será como tratar de demostrar que el árbol está contenido en una hoja. Pero no es así. La hoja es sólo una pequeña parte del gran árbol. No obstante, el árbol contiene todas las demás hojas, ramas, flores y frutos. Por lo tanto, si alguien afirma que Dios vive en él y no tiene en cuenta la vida total, no acude a la verdad. Este hombre es como una hoja del árbol que el más leve viento puede arrancar. Por lo contrario, quien comprende la verdad, es una hoja del árbol de la vida y no hay fuerza que la pueda arrancar de él. Durante toda la eternidad, esta hoja estará en su lugar, haciendo su trabajo.

Para que la semilla germine ha de ser sembrada en su justo tiempo. Esto también vale para nuestra vida.

Tú no debes lograr nada apresuradamente, si quieres dar buen fruto. Todo debe lograrse en forma natural y a su debido tiempo.

Es preciso considerar el tiempo para la realización de cada pensamiento noble, de cada sentimiento y cada acción noble. Hay que saber cuándo y cómo realizarlos. Esto es así, porque los pensamientos, sentimientos y acciones del hombre se desarrollan como las semillas.

Tú tienes que ser consciente de lo que no puedes hacer hoy y ello no debe desalentarte. Sólo lo que eres capaz de hacer en el momento justo será de utilidad para ti. Cuando se comprenda esta profunda ley, toda creación humana será una creación consciente.

Beinsa Douno.

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