Respirar.

En las condiciones de vida actuales, el elemento más importante que el hombre debe cuidar es el aire.

El aire lleva pensamientos puros, claros y divinos. Estos pensamientos entran así en el sistema humano a través del sistema respiratorio y, a partir de ahí, ascienden al cerebro. Este último no puede recibirlos directamente a través del cráneo, sin el intermediario del aire, que sigue siendo por lo tanto el principal conductor del pensamiento.

Hablo de la esencia del aire, no del aire, que los químicos definen como una mezcla de cuatro partes de oxígeno y una parte del nitrógeno. Hablo del aire como elemento primario que condiciona la vida del hombre.

Aparte del oxígeno, los seres humanos reciben fuerzas vitales del aire – prana e ideas – en mayor o menor medida, dependiendo de si conocen o no ciertas reglas.

En primer lugar, debemos amar el aire que respiramos, regocijarnos en su sabor, su frescura, la ligereza que nos trae. Gracias a este estado de ánimo, las fuerzas contenidas en el aire penetran más profundamente en nosotros y en mayor abundancia.

Durante la exhalación, los pulmones deben vaciarse tanto como sea posible del aire que contienen, mediante una exhalación tranquila y profunda. Muchas enfermedades tienen su origen en que una deja en los pulmones, durante la exhalación, una gran cantidad de aire desprovisto de cualquier calidad.

Te aconsejo que practiques la respiración profunda. Dirige tu intelecto y amor a Dios y respira rítmicamente, con concentración. Durante la inspiración y la exhalación, se puede decir mentalmente una fórmula constructiva o un fragmento de oración; esto le ayudará a recibir mejor las fuerzas profundas y vitales que el aire tiene.

Beinsa Douno.

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