10 – El hombre debe ser consciente de ciertos procesos que se operan en él. Uno de ellos, el más turbulento, es el que ocasiona el antagonismo entre el deseo y el pensamiento. Por’ ejemplo, se ha dicho: «Mata el deseo». Esta frase es muy común, pero yo la traduzco diciendo: «Pon cada deseo en su
lugar»; o dicho de otra manera: «No permitas que el deseo domine tu pensamiento». Todo deseo que se impone al pensamiento provoca conflictos o enfermedad. Antes de satisfacer un deseo es prudente consultar la opinión del Yo superior.
11 – Es preciso discernir correctamente para liberarse de las limitaciones de la vida. Alguien se siente ligado con una gruesa soga. ¿Qué debe hacer? Tomará una aguja y cada día escarbará con ella la soga hasta cortar un hilito. De este modo, cortando fibra tras fibra, logrará liberarse plenamente. Si la aguja cumple este propósito será una herramienta que tiene
sentido. Por el contrario, si la tiene guardada en un estuche, no habrá de servirle para nada. Esta aguja es él pensamiento. Si lo pone a trabajar como es debido, podrá liberarlo de todas las limitaciones y errores de su vida. Ya ha llegado el tiempo de la liberación. Hay que comenzar a aplicar las leyes de la libertad. El hombre cree que es libre, cuando en realidad se deja esclavizar por el primer pensamiento que roza’ su mente sin que se pregunte de dónde viene, ni cuál es su origen y carácter. Esa falta de elección del pensamiento es la causa de todos los conflictos que aquejan la vida familiar y social.
12 – El desconocimiento no resuelve los problemas de la vida. Si sólo se habla de dificultades sin trabajar para liberarse de ellas, el problema no será resuelto. Las soluciones no se regalan. Se otorgan las condiciones para que se arribe a un resultado, pero es necesario esforzarse para alcanzarlo. Si tú pides a Dios que solucione tus problemas, estarás infringiendo con ello la ley del libre albedrío. El hombre debe ser libre y cuando sobrelleve conscientemente sus dificultades y sufrimientos, gozará de libertad. Dios podría quitarnos todo sufrimiento, pero si lo hiciera sin que hayamos comprendido antes el sentido del sufrir, no nos beneficiaría gran cosa. Debemos saber por qué sufrimos y, en virtud de este conocimiento, los sufrimientos serán más livianos.
Beinsa Douno.