El pensamiento justo y razonable es también un alimento de provinencia superior. El ser se priva de armonía y alegría cuando no aprovecha las oportunidades de vida razonables que Dios le ha dado y le da en todo momento.
El hombre aprende a pensar con precisión cuando examina el significado de las cosas, los hechos, los fenómenos en la naturaleza y en los seres humanos. Por ejemplo, ve flores de varios colores: rojo, azul, amarillo, etcetera. No debe decir simplemente que esta diversidad es agradable, sino que los observa como la expresión pictórica de la promesa de seres invisibles y razonables que le hablan. El color rojo dice: «Soy portador de la vida; si llevas una existencia justa, conservarás tu luz interior y tu luz; pero si haces el mal, te hundirás en la oscuridad y perderás tu independencia». Cada sombra de color puro, como un rayo de la divina Luz, lleva vida en ella. A través de los matices activos de sus colores, el hombre adquiere un impulso alegre en el trabajo, un impulso que lo lleva a cantar, jugar y hacer todo en las tareas cotidianas con buena disposición y amor. Cada acción benéfica comienza con un tono, una sensación armoniosa, específica para cada uno.
El tono fundamental de la vida humana es aquel por el cual la conciencia despierta, condicionando así la vida verdadera, justa y armoniosa. Cada construcción que ha nacido tiene una base, un fundamento. Y es el Amor – fruto del Espíritu – ese es el tono fundamental de toda vida.
Cuando el Amor entra en el hombre como poder y fuerza, comienza a buscar y amar la Verdad, el Conocimiento, la Luz, la Libertad que dan verdadero significado a la existencia. Aprende y aplica las leyes y métodos que permiten poner a construir bien en él y a su alrededor. ¿Qué son 20 o 30 años de estudio en una vida terrenal en comparación con la gran Ciencia Universal – divina- que os espera y para la cual se necesitarán miles de años? Para crear un tomate, la naturaleza sólo necesita meses; pero se necesitan cien años para criar un poderoso roble.
Beinsa Douno.