El Camino de la Luz.

La Luz Divina es para el alma lo que la luz física es para el cuerpo. Sin luz, los alimentos, el crecimiento, y desarrollo corporal son imposibles; Del mismo modo, la Luz Divina es indispensable para el desarrollo y la fructificación del alma. La luz física proviene del sol, pero no es el sol; y la luz interior no es Dios. La luz física nos hace pensar en el sol, pero la luz interior nos lleva a Dios. En días nublados no podemos localizar inmediatamente el sol. Tenemos que considerar la hora y la estación para determinar su ubicación aproximada; y, echando un vistazo más atentos al lugar, podemos ver una luz más intensa que revela la presencia del Sol. Del mismo modo, con la ayuda de la Luz enviada desde arriba, debemos y podemos esforzarnos por buscar a Dios.

Cuando nace un niño, sus padres le proporcionan las condiciones para vivir y crecer. Del mismo modo, cuando nace un «hombre», se le da la luz interior, condición necesaria para el desarrollo y crecimiento de su alma.

La aspiración de elevarse espiritualmente requiere ciertas condiciones para purificarse a uno mismo, de enriquecerse a sí mismo, porque el cielo sólo es accesible a las almas espiritualmente ricas y puras. Estas condiciones nos son ofrecidas por la Luz Divina, dándonos la oportunidad de llegar a ser Hijos de Luz. Este proceso consiste en la purificación del alma y su fertilización.

La luz proporciona a las plantas las condiciones para germinar, cultivar y producir frutos. Nuestra alma es también una planta que debe dar fruto; a través de nuestro corazón, está arraigada en nuestros deseos en el mundo material. Los deseos y pensamientos son la savia del alma; si son elevados, le dan la oportunidad de dar los frutos del bien. Podemos ser buenos por pensamientos, sentimientos, pero sólo se vuelven preciosos cuando se materializan a través de la acción. Ahí es cuando se puede decir que nuestra alma ha dado fruto. Así, a medida que la luz física transforma la savia de las plantas en elementos fructíferos, la Luz Divina convierte pensamientos y deseos elevados acciones, frutos del alma. Así es como llegamos a ser Hijos de Luz, utilizando las condiciones que Dios nos ha dado para vivir, perfeccionarnos y hacer que nuestras almas sean fructíferas.

Beinsa Douno.

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