Sobre Dios tenemos dos concepciones. Cuando salimos por primera vez de Dios, lo concebimos como aquello que se limita a sí mismo dentro de sí mismo. Después de que comenzamos nuestro desarrollo, partiendo de lo terminable, lo limitado, y avanzando hacia lo que no tiene principio ni fin, entonces concebimos a Dios como ilimitado y sin principio.
La Verdad, que surge de lo ilimitado, ha hecho que las cosas sean limitadas. La Verdad ha revelado lo ilimitado.
Dios, siendo Verdad, nos atrae hacia Sí, y Cristo nos guía por el camino correcto de nuestro avance interior hacia Dios.
Por tanto, la Verdad es la dirección que conduce a lo ilimitado e infinito, que está unido a lo limitado.
Está escrito: “La Cabeza, o Suma, de Tu Palabra es la Verdad”. Sabemos que todo movimiento procede de la cabeza y vuelve a ella. La cabeza indica la dirección. Y cuando decimos que alguien usa la cabeza, entendemos que tiene una dirección y un objetivo en la vida hacia los que aspira.
Solo quien tiene la Verdad conoce la dirección de su vida.
En el universo, todo está en movimiento. La tierra se mueve alrededor del Sol. El Sol se mueve alrededor de otro Sol movimiento dentro del movimiento. La dirección común de todos esos movimientos la da la Verdad.
No Solo los cuerpos celestes están en movimiento. Todos los deseos, sentimientos y pensamientos del hombre forman millones de mundos y sistemas que se mueven hacia la gran meta – la Verdad.
El hombre debe conocer en todos los aspectos el curso de su movimiento. No debe detener este movimiento bajo ninguna circunstancia. La Verdad no permite la más mínima indecisión, ni siquiera por un instante. Todo en ella está estrictamente definido. Cada vacilación es fatídica, porque incluso el más pequeño movimiento de cada persona está tan ligado a otros movimientos, que la más mínima desviación podría acarrearle una catástrofe: podría producirse una intersección de las rutas del universo.
Todos los seres que no viven de acuerdo con la Verdad desean moverse en desorden. Por esta razón, la Naturaleza los ha restringido. La Verdad implica movimiento en una dirección definida – la dirección en la que todo en el universo se mueve – de lo finito a lo infinito.
“La Verdad os hará libres”.
La aspiración y el anhelo del alma humana es ser libre. Este es un poderoso impulso, no en el hombre ordinario, sino en aquel cuya conciencia ha sido despertada. La libertad es un poderoso impulso en el hombre en quien despierta lo Divino.
Beinsa Douno.