Cuanto mayor es el número de almas con las que el alma humana está conectada, más fuerte e invulnerable es. El éxito del alma depende del número de almas con las que está conectada. La conciencia de aquellas almas luminosas que participan en la vida de un alma en la tierra está constantemente concentrada en el Amor y, por lo tanto, ayudan al alma desinteresadamente. Por lo tanto, el arte de la vida terrenal es éste: mientras el hombre está en la tierra, dentro de esta pequeña forma física, debe entrar en contacto con las almas de los demás.
Esta es la clave del éxito. Aunque sólo un alma te ame, está en condiciones de ayudarte en las dificultades de la vida.
Pero cuando muchas almas dirigen su amor hacia una persona, ésta puede llegar a ser cualquier cosa: un poeta, un pintor, un músico, un hombre de ciencia.
El amor es un gran poder.
El camino de cada alma está estrictamente definido, y nadie tiene el poder de desviarlo. Es imposible que un alma desvíe a otra de su camino, porque Dios vigila atentamente a todas las almas y dirige sus movimientos en el universo sin límites.
En sí misma, cada alma es un pequeño universo que se mueve en su propio camino en el gran universo. Pero el alma tiene la capacidad de disminuir -hacerse infinitamente pequeña- y de expandirse -hacerse ilimitada como el universo-.
Al surgir sucesivamente de Dios, las almas encuentran entre sí la misma relación que existe entre los tonos musicales. En sus relaciones mutuas, las almas forman grupos armoniosos. Forman sistemas individuales, moviéndose en espiral en el espacio infinito. En su movimiento involutivo, descienden en grupos, pero se detienen en diferentes zonas de densidad, porque no todas las almas son capaces de vencer la resistencia por igual.
Beinsa Douno.