La oración debe ser vista como un gran método para organizar los pensamientos y sentimientos humanos, despertar habilidades y dones en el hombre, y cumplir con el alma humana. La oración y la contemplación deben ser vistas como una ley del desarrollo del alma humana, lo que lleva al hombre a comprender la importancia de las virtudes, como la paciencia, la perseverancia.
Se dice en las Escrituras que Dios es paciente. Si no fuera tan paciente, podría mostrar su ira y así el mundo sería destruido, ¡no habría ser vivo en la tierra! Los crímenes que cometen los hombres son grandes, e innumerables violaciones de la Ley Divina. Pero Dios no se deja influir por las faltas de los hombres. No responde al mal con el mal. No sale de Sus leyes. No destruye lo que ha creado, porque eso sería una ofensa a Su paz interior. Esta es la razón de la gran paciencia de Dios. Si Dios, nuestro Padre, tiene una paciencia tan grande, también debemos ser pacientes. Sea lo que sea lo que digamos sobre nosotros, algunas críticas que podemos transmitir sobre nosotros, debemos esperar y continuar nuestro viaje. No olvidemos que respondiendo a las críticas, le damos más fuerza. Con esto entendemos que al aplicar la Ley divina, preservamos nuestras energías. El hombre que piensa como Dios no se opone al mal con pensamientos o sentimientos. Aplica el bien y así conserva su fuerza y paz interior.
Cuando te encuentres con el mal, no digas que no puedes soportarlo. Si dos personas te aferran y te de golpean con palos, te verás obligado a soportarlos. ¿Por qué no soportar consciente y pacientemente el sufrimiento? Cristo dijo una palabra justa, una palabra llena de amor: «Perdónalos, Padre, porque no saben lo que hacen.»
Si te encuentras con la estupidez humana, di: «Con sabiduría, puedo salir».
Si es una mentira, di, «Con la verdad, puedo realizar cualquier cosa».
Hay casos en la vida en los que la paciencia no es aplicable. Por ejemplo: si eres débil y un hombre es ahorcado delante de ti, dirás que esta es la voluntad de Dios. Pero si eres fuerte, te opondrás. En primer lugar, trata de disuadir a la persona responsable de esta ejecución. Si no te escucha, salta, miente momentáneamente y libera al prisionero. El hombre débil no siempre puede ayudar, pero el hombre fuerte debe socorrer en todas las circunstancias.
Beinsa Douno.