Sano es aquél cuya mente, corazón y voluntad están en plena armonía. Quien es sano tiene luz en la mente, impulso en el corazón y fuerza en la voluntad.
La salud no sólo tiene que ver con el mundo físico, sino también con el mundo cordial, mental y volitivo. Ella es el resultado de la acción de las leyes superiores.
Así, yo digo que, para que el hombre sea sano, debe elevar sus pensamientos y su conciencia. Esto es fácil probarlo.
La salud depende de un solo momento. Si elevas tu conciencia hacia aquel sublime pensamiento que penetra toda la vida, serás sano. Este sublime pensamiento lo abarca todo: la conciencia humana, la conciencia de las plantas, de las piedras, de la luz. Porque la luz también tiene conciencia; ella es tan real, como real eres tú.
Si la luz me da vida, si el calor trae vida para mí, si el pensamiento lleva vida, esto significa que la vida se oculta en la luz, el calor y el pensamiento.
El amor excluye la enfermedad. Él es portador de la vida abundante. Te daré una fórmula práctica:
Come el pan con amor, y piensa que Dios está en el pan. Bebe el agua con amor, y piensa que Dios está en el agua.
Respira el aire con amor, y piensa que Dios está en el aire.
Recibe la luz con amor, y piensa que Dios está en la luz.
El amor es Dios y Él es omnipresente.
El pan, el agua, el aire y la luz son conductores de la vida.
DESARROLLA TU SENSIBILIDAD
Las aguas del lago se inquietan por la más liviana brisa. El discípulo se torna más sensible, a fin de poder captar las más delicadas ondas que llegan de lo Alto.
La cualidad más noble del discípulo es ser sensible y cuidadoso hacia todo. Sensible con los demás, así como Dios es sensible hacia él. Sensible como la Naturaleza inteligente que presta atención al llamado de la más insignificante flor, enviándole lluvia y luz. Sensible para captar lo que el Divino Espíritu quiere que realice. Esto es sensibilidad: Saber servir a Dios en él y en su prójimo.
El amor otorga sensibilidad.
¡Sólo el amor asume la situación de todos los seres!
Peter Deunov.