De niña admiraba el poder mágico de las pompas de jabón y así deben ser “mágicas”, pues todos los niños y niñas, sin importar el lugar del planeta en donde vivan, se quedan extasiados al contemplar los brillantes colores que desprenden. Las pompas son fascinantes, bellísimas, sorprendentes… es cierto que su vida es fugaz, apenas unos segundos y desaparecen, pero solo para dar paso a otras nuevas que emergen creando una danza aérea; estas últimas también se desvanecen rápidamente pero aparecen más, muchas más surcando el cielo, siempre en busca de quién sabe qué sueño, qué destinos.